presente

Se diseminó entonces por su cabeza esa sensación. Amoníaco. No había felicidad. Se crespaban los valores, protestaban ante semejante rendición. Los hombros cayeron, señal inequívoca de su derrota. Tal vez habría que haber dado vuelta las cosas y empezar por el principio, que en este caso sería el final, pero habría sido tanto más fácil.

Cuando lo inevitable se hace presente y sale del imaginario, cuando toma cuerpo, cuando se huele y se siente en el aire ya todo se transforma; y lo que hasta ese momento era limpio y blanco se ennegrece, se destiñe, gotea y se difuma en el pasado. Se mezcla con fechas de batallas y cálculos numéricos. Todo ese mosto exprimido de pasado trae las lágrimas, como invitadas especiales al evento de la melancolía, que camina con él, codo a codo mientras ambos buscan un presente por doquier.