Sólo busca llegar al otro lado del túnel, la obscuridad emerge de esa luz mortecina, llena de blancura, tenue. El olor es vago pero viscoso, la humedad llega desde todos lados. La ropa se pega a la piel y el piso de goma arde; muchos ya duermen pero no lo saben.
El ruido metálico del afuera se contrapone con el silencio de cien miradas conversando, comunicándose entre ellas. Eso es porque no es hora pico, pensó el. Ahí se da cuenta de que había llegado a su estación, Suspira y baja aliviado.
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