Durante el viaje de regreso a Bs As no me puse muy triste, cosa que me suele pasar a menudo con los viajes de vuelta. Uno no solamente piensa en lo que deja en el lugar de donde se va, sino que también piensa en todas aquellas cosas, lugares y personas que ya nunca va a volver a ver, y esto vale la pena aclararlo, tengan o no que ver con el viaje en si. Tal vez esté un poco sensible y todo eso, pero insisto. No me puse mal.
Estoy acá en Retiro, viendo el tiempo pasar y pienso que podría apurarlo, podría llamar a mi viejo y decirle que aborte, que me tomo un taxi. Pero tengo la sensación de que cuando uno apura el tiempo, tanto en la vida real como en las películas, es porque se avecina una muerte, o en su defecto una situación más importante que hace que el tiempo de hoy valga menos. Y me pregunto: Este tiempo de esperar, de tomar el café vale menos? Como si el locutor dijera: una hora más tarde...
Mi respuesta es que voy a disfrutar de este café y este rato que me queda. Me voy a encontrar con mi viejo y lo voy a abrazar. Le voy a agradecer por madrugar y venir a buscarme a estas horas y me voy a poner contento de verlo. Hoy ya no quiero apurarme más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario