7.11.11

LA MUCHACHA


MIRAR a una muchacha refresca,
como el olor de una rosa la tiniebla
pesadamente infinita del aliento.

Mirarla es como mirar una palma,
esbelta madre joven
y bendición criolla de las noches diáfanas.

Crecida en sombra de las Vegas,
la muchachita vegetal, con la toca
de serenísimo hilo, por el aire
conocedor del Domingo mencionada.

Mientras la iglesia en imagen te aquieta,
dulce aroma del tiempo, hija del hombre,
mirarte es un orgullo melancólico.

Del libro: "En la Calzada de Jesús del Monte". Eliseo Diego

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