Se despierta, está obscuro. No tiene reloj, imagina la hora. Hace calor, el ventilador estuvo prendido toda la noche al máximo. Se acostó tarde, ya debe ser mediodía. Se levanta, prende la computadora que está en la mesita de luz hecha de un estuche de batería, sube la persiana, el sol le hace cerrar los ojos. Es mediodía. Hace la cama, hace sus abdominales sobre la cama lista, todo esto sobre el piso de madera que hoy Elsa debería limpiar. Piensa. Ordena la ropa que está tirada, va al baño y prende la ducha. Sale.
El gato Pantufla maulla. Deja la ducha abierta para que se caliente el agua, el calefón sigue sin andar bien. Le da de comer al gato, riega la rosa de la ventana de la cocina, pone agua en la pava, prende la hornalla, escucha el silencio del barrio desde la ventana y ese ruido particular, que hace la pava al entrar en contacto con el fuego. Descubre los brotes de los álamos de la cuadra. Sonríe.
Una medialuna sobró de la merienda de ayer, la pone en el horno eléctrico cinco minutos. Entra de nuevo al baño, tira algo de ropa sucia adentro de la bañadera, se mete con su cepillo de dientes. Se moja y a su ropa mientras se lava los dientes. Se baña, recién en ese momento piensa qué hacer hoy. Lava la ropa y se enjuaga al mismo tiempo.
El gato Pantufla maulla. Deja la ducha abierta para que se caliente el agua, el calefón sigue sin andar bien. Le da de comer al gato, riega la rosa de la ventana de la cocina, pone agua en la pava, prende la hornalla, escucha el silencio del barrio desde la ventana y ese ruido particular, que hace la pava al entrar en contacto con el fuego. Descubre los brotes de los álamos de la cuadra. Sonríe.
Una medialuna sobró de la merienda de ayer, la pone en el horno eléctrico cinco minutos. Entra de nuevo al baño, tira algo de ropa sucia adentro de la bañadera, se mete con su cepillo de dientes. Se moja y a su ropa mientras se lava los dientes. Se baña, recién en ese momento piensa qué hacer hoy. Lava la ropa y se enjuaga al mismo tiempo.
Se seca. Se cambia. Encuentra sorprendido que se dejó el celular en el pantalón. Lo mira: tres llamadas perdidas. Que bueno que se lo olvidó ahí y en silencio sino no hubiera podido descansar. Elsa, mamá, papá. Está bien.
Hace el mate, se sienta a ver los mails, nada interesante. De reojo siente el olor de la medialuna quemándose, abre un programa de texto similar al Word y escribe una descripción aburrida de todo lo que hizo hasta ese momento.
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