"Hay aquellos a quienes la desgracia
derrumba. Hay aquellos que se quedan pensativos. Hay aquellos que hablan de
todo y de nada al borde de la tumba, y siguen en el carro, de todo y de nada,
ni siquiera del muerto, pequeños comentarios domésticos; hay aquellos que se
suicidarán después y eso no se les ve en el rostro, aquellos que lloran mucho y
cicatrizan rápido, aquellos que se ahogan en las lágrimas que derraman,
aquellos que quedan contentos, desembarazados de alguien, aquellos que no
pueden ver al muerto, se esfuerzan pero no pueden, el muerto se ha ido
llevándose su imagen, hay aquellos que ven al muerto en todo, quisieran
borrarlo, venden sus trapos, queman sus fotos, se mudan de casa, cambian de
continente, vuelven a empezar con un vivo, pero nada que hacer, el muerto sigue
allí, en el retrovisor, hay aquellos que meriendan en el cementerio y aquellos
que dan una vuelta para no pasar por allí porque tienen una tumba excavada en
la cabeza, hay aquellos que dejan de comer, aquellos que beben, hay quiénes se
preguntan si su dolor es auténtico o artificial, hay los que se matan
trabajando y los que por fin se toman unas vacaciones, hay los que piensan que
la muerte es un escándalo y los que la consideran natural a cierta edad, en
ciertas circunstancias, la guerra, la enfermedad, la moto, el carro, la época,
la vida, hay aquellos que consideran que la muerte es la vida."
El hada carabina, Daniel Pennac
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