27.1.14

Si yo pudiera, si fuera astronauta,
Me subiría a la luna y con mi traje de baño,
sin miedo de las mareas,
perseguiría, incansable, tus huellas.

Sólo si yo pudiera hacer real cualquier deseo,
en la tregua que nos da la madrugada, que siempre es nuestra,
te alzaría en andas para vernos,
desde mi terraza, corretear sobre la luna.

Si yo pudiera, si fuese tu deseo,
besaría todo tu cuerpo, incluso tus pestañas.
También lo ya besado.
También lo no besado.

Sólo si yo pudiera hacer real cualquier deseo, sin que sea destino,
pintaría las paredes de mi casa con tu nombre,
bebería aquel amor perdido de tu boca,
sería el piloto de tus sueños de vigilia;

Dibujaría mimos por debajo de tu remera corta,
te mostraría el mundo que conozco,
roto, filoso, vidrio reflejo,
inseguro, confundido y ruidoso.

Me iría con vos a cualquier parte, a donde quieras.
Porque mi anhelo es ese,
perderlo todo, dejarse ir, andarse y desandarse,
extrañar, amarrar y amar, entregarse.

Y que el amor sea el faro, el canto, la voz que sabe,
la voz que llama, la voz espera,
la voz inmensa sobre la muerte del silencio,
del silencio desgano, el silencio agua, el del ruido de la cabeza.

No, que el amor sea el faro de los mimos cuentos,
de la aventura, de lo desconocido,
de los besos miniatura que si yo pudiera, si estuvieras acá,
te daría en la nuca, justo ahí donde nace tu olor.

Pero solamente si yo pudiera ser el hombre que escribe esto,
Entonces te diría que extrañar no es perder
que extrañaba extrañar,

y que extrañar, a fin de cuentas, sería ganar.

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